lunes, 31 de mayo de 2010

Mi viaje a Guinea Ecuatorial

Corría el año 1970 y a causa de mi trabajo, tuve que viajar a lar recién estrenada republica de Guinea Ecuatorial, ya que la empresa para la que trabajaba tenia allí una delegación, que por motivos de política exterior, tenia que permanecer prestando sus servicios, después de que España diera la independencia a este país el año anterior.

Bueno, pues como os iba diciendo, recién casado, -llevaba año y medio casado solamente-y con mi mujer embarazada, me tuvo que marchar para Guinea Ecuatorial, a Malabo, antes Fernando Poo.

El viaje no fue nada grato, en aquel tiempo, los aviones que hacían la ruta Madrid –Malabo eran de hélices, muchos más lentos y ruidosos que los aviones de ahora.

El avión en que yo viajaba, además era mixto, la cabina de pasaje estaba dividida en tres partes dos partes para carga y el resto para pasaje.

Éramos unos veinte pasajeros, la mayoría finqueros, se les llama finqueros a los españoles que estaban al mando de una explotación de cacao o de café que no era suya, pero eran los representantes de los dueños, que estaban en España.

Había grandes extensiones de plantaciones de cacao y de café, y los finqueros eran los que administraban todo, desde el personal hasta los víveres.

El avión tenia que hacer escala en las islas Canarias, para dejar y recoger pasajeros y carga. Hasta las islas Canarias el avión tardaba de cinco a siete horas, según fuera la mete reología y los vientos.

Hasta Canarias sin novedad, el vuelo transcurrió sin problemas, pero desde Canarias hasta Malabo quedaban otras seis horas.

Despegamos sobre las ocho de la tarde, cuando el avión alcanza la altura de crucero, ya era de noche, a partir de ahí debido a la a altura y a que el avión no-tenia aire acondicionado, empezó a hacer un frío en la cabina que era inaguantable.

Yo como iba aun país tropical, no había previsto esto, no llevaba prendas de abrigo, y allí me tienes a mí en la cabina con camisa de manga corta todo encogido con los brazos cruzados sobre el pecho tratando de conservar el calor y no quedarme tieso como un témpano. Menos mal que un matrimonio finquero, que volvía de España donde habían estado viendo a su familia a Malabo se dio cuenta de que estaba quedándome mas tieso que la vara de Moisés, me dejaron una de las dos mantas que llevaban y me dejó a mí la otra.

Les estaré eternamente agradecidos, sino llega a ser por ellos creo que hubiese cogido una pulmonía

Cuando llegamos a Malabo, ya estaba amaneciendo, nada mas abrir las puertas del avión, me quito el frío que tenia, yo creo que por lo menos estábamos a treinta grados de temperatura.

Os seguiré contando.

Antonio.

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