
LA PRIMAVERA
           
           Era una noche azul; la primavera
           inundaba mis sienes y mis manos,
           y era el mundo, muchacha, un fruto inmenso,
           cálido, abierto, mudo y entregado.
Sentí                mi carne desprenderse, irse
           por el paisaje misterioso y claro,
           mi sangre fue con los arroyos lentos,
           mi corazón perdióse en el espacio.
Era                hermoso en la piel sentir el roce,
           hecho leve suspiro, de los astros,
           y tener en la mano, dulcemente,
           un murmullo de nubes y de pájaros.
Me                fundí con el aire, con las cosas,
           sentí el fondo del mundo entre los labios
           y palpité, en la noche inmensa, grande,
           como un tremendo arcángel derramado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario