Cinco vecinos de Ames, de los muchos que este ayuntamiento tiene, cuentan su experiencia como voluntarios
Lola, Manuel, Antonia, Braulia y Esther son cinco de los veintiséis voluntarios que actualmente operan en Ames a través de diferentes programas. Son vecinos (héroes) anónimos que ocupan su tiempo libre ayudando a los demás sin esperar nada a cambio. Lo hacen todas las semanas, en distintas actividades, coordinados por Rubén Ramos, responsable de la Oficina de Voluntariado (OVA) fundada en diciembre de 2001. Entre las labores realizadas este año destacan los programas de acompañamiento a personas de la tercera edad y con discapacidad, y de apoyo escolar y actividades complementarias para menores con riesgo de exclusión social. No quedan atrás la Escola Integral de Maiores, el ropero municipal y el curso de viticultura. Actualmente se está desarrollando una campaña de recogida de juguetes, y acaban de cerrar otra de retirada de medicamentos y gafas para el Sáhara. Para ser voluntario sólo es necesario estar empadronado en el municipio, ser mayor de edad (o menor autorizado por los padres) y tener muchas ganas de ayudar a los demás. DirectoAmes quiere rendir un homenaje, a través de estos cinco testimonios, a los más de cien voluntarios que han pasado por la OVA amiense.
Dolores Somoza Acuña ha pasado toda su vida rodeada de libros. Los últimos veinte años de su carrera como maestra los ejerció en A Pobra do Caramiñal, villa marinera de la que guarda gratos y enriquecedores momentos. Hace apenas una década se instaló en Milladoiro donde reside con su hermana. Lola, como la llaman sus allegados, forma parte del Voluntariado desde su puesta en marcha. Imparte clases en la Escola Integral de Maiores de Milladoiro, dirigida a vecinos con cierta edad pero con muchas ganas de aprender, dos días a la semana. Pero mucho antes de que las clases fueran en la Casa da Cultura, Lola recorría las viviendas de sus pupilos con sus lecciones. Ha enseñado a muchos a comprender las matemáticas, el lenguaje, el vocabulario, y otros tantos han conseguido el graduado escolar gracias a sus enseñanzas. Antonio Rodríguez, otro voluntario, le ayuda en su solidaria tarea. Este año tiene 15 alumnos, pero sólo uno es varón. La escuela está reforzada por actividades paralelas como charlas o visitas a museos.
Hace veinte años que Manuel Oitaven Garrido llegó a Ames. Fundador del mítico pub Corzo, en Santiago, a Manuel la jubilación no consiguió sentarle en una silla. Desde hace cinco años da clases de viticultura todos los lunes de 19.30 a 21.30 horas en la Casa da Cultura de Milladoiro. Natural de Ponte Caldelas, asegura que se crió entre cepas, y que de vino aún no lo sabe todo. Antes de llegar a Compostela, Manuel vivió en Lisboa, donde estudió en la Escuela de Hostelería, y en León, y en su última etapa laboral montó un restaurante en Pontevedra. En sus clases enseña desde lo más básico a lo más complejo, desde cómo se planta una cepa hasta cómo se elabora el vino. Además, organiza catas ciegas, charlas y visitas a bodegas para sus alumnos. El curso de viticultura cuenta con dos voluntarios más, y este año participan 27 alumnos.
Antonia Figueras Fernández nació en Muros, pero la vida le llevó a vivir en países como Nicaragua o Costa Rica. Dedicada toda su vida a la educación, una delicada dolencia le obligó a soltar la tiza y regresar a España, asentándose desde entonces en Bertamiráns. Pero no se dio por vencida. Buscó y encontró. Da clases a mayores, los miércoles y jueves de 16.30 a 18 horas en la Casa da Cultura, y entre sus alumnos destaca una anciana de 90 años. Además, Antonia es voluntaria de Cáritas, da catequesis a los niños y ayuda a aquellos que más lo necesitan a acudir a la consulta del médico o dar un paseo. Asegura que mientras el cuerpo se lo permita se dedicará al Voluntariado.
Esther Esperante Molinos es una de las cuatro voluntarias del ropero municipal, ubicado actualmente en Aldea Nova. Todas las semanas Esther y sus compañeras seleccionan, lavan y cosen prendas donadas por vecinos de Ames para las familias más necesitadas del municipio. No es una tarea fácil esa de decidir que ropa le conviene a una persona u otra, pero cinco años en el ropero le han dado a esta vecina de Milladoiro, natural de Serra de Outes, los conocimientos necesarios. Fue fundadora del primer Servicio de Voluntariado del Concello de Santiago de Compostela, con quien consiguió firmar un convenio de colaboración. Las donaciones de ropa pueden efectuarse en las diversas casas de Cultura, y para solicitarla es necesario dirigirse a la Oficina de Voluntariado ubicada en la Casa da Cultura de Milladoiro. Esther asegura que lo que más se necesita actualmente es ropa de niños y de hogar (sábanas, toallas…).
Hace ya unos cuantos años que Braulia Hernández Parente regresó de Venezuela, país en el que vivió junto a su familia. En 2004, esta compostelana de Vista Alegre decidió trasladarse a Bertamiráns, y desde hace tres años da clases de corte y confección. Uno de sus sueños es que “algún chico” se anime acoger la aguja y el dedal y enseñarle a, hacer ojales, subir el bajo de un pantalón o poner una cremallera. Las alumnas de Braulia aprenden, asimismo, patronaje, opción que les permite diseñar su ropa y aprender un oficio. Cuando finaliza el curso exponen sus trabajos. Las clases se imparten los jueves en la Casa da Cultura de Bertamiráns en dos turnos: de 10 a 12 horas, por las mañanas, y de 18 a 19.30 horas, por las tardes.
lunes, 7 de noviembre de 2011
HÉROES ANÓNIMOS
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